Michel Sauval - Psicoanalista Jacques Lacan, Seminario "La angustia", Lectura y comentarios de Michel Sauval

Notas y comentarios
Sesión del 19 de diciembre de 1962

Cuadro completo

1 - Cuadro completo

El desarrollo previo sobre la dimensión de "lo que no engaña" lleva a Lacan a establecer algunas relaciones respecto a la certeza, cuya principal referencia es la acción: "es quizás de la angustia de donde la acción toma prestada la certeza. Actuar es arrancarle a la angustia su certeza. Actuar es operar una transferencia de angustia" (1)
Esto lo lleva a completar los lugares vacios del cuadro de la angustia, con los siguientes términos: el "acting out" y el "pasaje al acto".


En Paidos

El propio Lacan indica que quedarán para próximas reuniones el análisis de cada uno de estos nuevos términos, pero que completa el cuadro en ese momento para confrontar "lo que hay de más en el embarazo y lo que hay de menos en la turbación (esmayer)" (2).
La inclusión del término en francés "esmayer" vuelve a traer a colación el debate sobre la traducción de los términos del cuadro (
3), en particular en relación al sentido del término "émoi", que aquí es definido como "la evocación del poder que no aparece, la experiencia de lo que le falta a uno en la necesidad" (4). De ahí la ambiguedad que resulta entre los extremos de esta otra diagonal del cuadro (la que va de "émoi" a "embarras") puesto que si aquello con lo que nos enfrentamos está de más, entonces no nos falta, pero resulta que si llega a faltarnos, ¿cómo puede dejarnos en el embarazo?

La "relación de embarazo con el significante de más y la de falta con el significante de menos" (5) es la que resulta del hecho que el mundo se construye como una red de huellas a partir del significante. "El significante engendra un mundo, el mundo del sujeto que habla, cuya característica esencial es que en él es posible engañar" (6).

La angustia es justamente lo que escapa a este juego, y para apreciarlo, Lacan recurre a la lógica del pequeño Hans.

2 - Lo real como imposible

Lo que la lógica del pequeño Hans pone de relieve es que la proposición llamada afirmativa universal (como la que sostiene Juanito al suponer que "todos los seres animados tienen un falo"), "no tiene otro sentido más que el de definición de lo real a partir de lo imposible" (7). Esa lógica "condena lo real a tropezar eternamente con lo imposible" (8)
Es a partir de esa lógica que la madre del pequeño Hans, que no tiene falo, angustia. Conocemos el parche que intenta resolver ese problema: "los seres vivos que no tienen falo lo tendrán, contra toda evidencia. Si son seres vivos es porque van a tener un falo" (
9). Y así vamos progresando, de tropiezo en tropiezo, intentando resolver estas impasses.
Para ilustrar esta forma de "avanzar" o proceder, Lacan trae a cuenta una expresión tomada de un diccionario de "slang" (
10), en la que se ha reemplazado "I understand you perfectly" (lo entiendo a usted perfectamente) por "I understumble you perfectly", donde este "understumble", intraducible tanto al francés como al castellano, "incorpora al understand, que significa comprendo, el stumble, que quiere decir precisamente tropiezo. Comprender es siempre adentrarse dando tumbos en el malentendido" (11).

A diferencia de la psicología clásica, que supone que los hombres están atormentados por lo irreal en lo real, la conquista freudiana enseña que, "en lo irreal, lo que nos atormenta es lo real" (12). Para Lacan, el hombre es un gran productor de algo que le concierne y se llama "preocupación", "Sorge" según el término de Heidegger (13). .

3 - Deseo y ley

Pero la referencia a la que acudirá Lacan para dar cuenta de esta "preocupación" es el "Eclesiastés" (14).
En particular, lo que allí subraya, es la indicación, textual: "Dios me pide que goce". En este texto del Antiguo Testamento, encontramos este Dios de los Judíos, que a diferencia del Dios del motor universal de Aristóteles y del Dios del soberano Bien de Platón, "es un Dios con el que se habla, un Dios que te pide algo y que, en el Eclesiastés, te ordena Goza" (
15). Según Lacan, si la angustia tiene una fuente, debe estar en este gozar a la orden. Pero a esta orden de gozar, solo se puede responder "oigo" (16).

Entre las demandas que hace este Dios, a su pueblo elegido, está la circuncisión, tema que plantea la relación del objeto con la angustia. Para Lacan, "nada menos castrador que la circuncisión" (17), en la medida en que la misma permite establecer "una repartición saludable en cuanto a la división de los roles" en la ambiguedad entre el dardo y la vaina. En ese sentido, "lo que Dios pide como ofrenda de esta zona delimitada aísla el objeto tras haberlo circunscrito" (18). Con lo cual llegamos al punto en juego detrás de la pregunta a este Dios por lo que quiere: ¿cual es la relación del deseo con la ley?. Es la misma cosa: "el deseo y la ley no son sino una y la misma barrera que nos cierra el acceso a la Cosa" (19)
En el origen de la ley tenemos el inaprehensible deseo del padre, y toda la investigación analítica no debe perder de vista lo que hay de verdadero tras este engaño: "Me normalicen o no mis objetos, mientras desee no sé nada de lo que deseo" (
20)

Esta relación entre el deseo y la ley será retomada en la sesión del 16 de enero 1963 (ver notas y comentarios)

Notas

(1) Jacques Lacan, El Seminario, Libro X, La angustia, Editorial Paidos, página 88

(2) Idem, página 88/89

(3) Recordemos los comentarios realizados en ocasión del debate sobre la traducción de los términos empleados en cada columna del cuadro, para la primera sesión del 14 de noviembre: el eje del movimiento y el eje de la dificultad

(4) Jacques Lacan, El Seminario, Libro X, La angustia, Editorial Paidos, página 89

(5) Idem

(6) Idem, página 87

(7) Idem, página 89

(8) Idem, página 90

(9) Idem

(10) Se conoce como slang al vocabulario informal, extravagante y arbitrario usado en el idioma inglés (ver wikipedia).

(11) Jacques Lacan, El Seminario, Libro X, La angustia, Editorial Paidos, página 90

(12) Idem

(13) Ver en notas y comentarios sobre Heidegger

(14) Las siguientes notas han sido tomadas de "Borges, lector de Qohélet", de Gonzalo Salvador Vélez (disponible en este enlace)

El Eclesiastés (ver wikipedia), junto con Proverbios, Job, Eclesiástico (o Sirácida, o de Ben Sirac) y Sabiduría, pertenece al grupo de los libros sapienciales (ver wikipedia) del Antiguo Testamento (ver wikipedia), esto es, aquellos cuyo tema principal es el de la sabiduría.
Las fechas de composición de los libros sapienciales son bastante imprecisas, pero pueden situarse con seguridad después de la vuelta del destierro babilónico, entre los siglos V y I A.C., si bien algunos recogen materiales que existían ya en la época de la monarquía; quizá por ello tres de estos libros —Proverbios, Eclesiastés y Sabiduría— mencionan de una u otra forma a Salomón como su autor.
Los libros sapienciales representan la interiorización, por parte del hombre, de la Ley divina, cuya bondad es descubierta mediante la razón y la experiencia humanas, y cuyo conocimiento y práctica hace sabio al hombre. Así, lo que la Ley prescribe bajo la forma de mandamientos, la literatura sapiencial lo propone en forma de sabios y prudentes consejos, mostrando, al mismo tiempo, las consecuencias que se derivan de seguirlos o de no seguirlos.
El versículo que abre el libro atribuye el escrito a un rey de Jerusalén, hijo de David, que toma el nombre de Qohélet, tan enigmático como sus proverbios. No se trata de un nombre propio, sino del participio femenino del verbo "qahal", que significa “reunir” o “congregar”; el significado preciso del término, en su contexto, es incierto, pero parece acertado traducirlo como “el predicador”, o “el que enseña en la asamblea”. En la versión de los LXX, el nombre hebreo fue traducido por el de ; así, el Eclesiastes de la Vulgata es una mera transcripción de la versión griega.

Ver texto del Eclesiastes: en una versión que encontré por ahí, y en Wikisource

(15) Jacques Lacan, El Seminario, Libro X, La angustia, Editorial Paidos, página 91

(16) Lacan juega con la homofonia entre "goza!" (Jouis!) y "oigo" (j'ouïs)

(17) Jacques Lacan, El Seminario, Libro X, La angustia, Editorial Paidos, página 92

(18) Idem

(19) Idem, página 93

(20) Idem

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