Psicoanálisis y Ciencia

Sujeto y significante en psicoanálisis

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Michel Sauval - Sujeto y significante en psicoanálisis

Reconstrucción de la intervención como "Comentador Externo" en las V Jornadas de Investigación de la Maestría de Psicoanálisis (Directora: Amelia Imbriano) de la Escuela de Graduados de la Universidad Argentina John F. Kennedy, realizadas el 14 de abril de 2007 (en la sede de Bolivar 1163, en la Ciudad de Buenos Aires)
La mesa estuvo integrada por

Comentarios de Michel Sauval luego de las presentaciones y lecturas de los textos de Mabel Levato y Graciela Kahanoff

1 - Introducción general

Agradezco la invitación para participar en estas jornadas.
La verdad, me sentiría más cómodo en la posición de público, en la función acotada de hacer preguntas. Pero entiendo que para hacer honor a la invitación, me corresponde agregar un plus, poner algo más de mi parte, algo que debería ajustarse, también, a la tarea que le supongo a esta función de "comentador" (para el caso, "externo"), de oficiar de articulador, proponiendo algunas referencias, o un lugar común, donde poder debatir esos textos que acaban de leerse.

Abordo los dos textos, el de Mabel y el de Graciela, sin conocer las respectivas tesis que se supone les darían marco, y con independencia de las "intenciones" que sus autoras hubieran podido tener al momento de su elaboración, es decir, eliminando el recurso a esa típica apelación oral del " lo que quiero/quise decir es…".
Los tomo de este modo, despersonalizados, e intentaré extraer de ellos algunas preguntas o temas comunes, que puedan servirnos como una base, temática y subjetivamente mas amplia, sobre la que poder desenvolver un debate.

Como toda lectura, esto implicará un recorte de esos textos, y no objetaré a aquellos que quieran considerar dicho recorte como un "forzamiento". Justamente, supongo que ahí comenzará el debate.

2 - Recortes

Para establecer un nexo entre los trabajos de Mabel y Graciela, propongo partir de la frase del final del texto de Graciela: "el significante se lee hasta que aparece un significante sin sentido".

Mas adelante voy a discutir puntualmente esta frase, en el marco de una pequeña discusión que le propondré a Graciela sobre este asunto de si el inconsciente es lo que se lee, si el analista lee o escribe, o qué relaciones establecer entre lectura, escritura y desciframiento.
Pero ahora la tomo, tal cual, para establecer un nexo con el trabajo de Mabel.

Esta frase plantea que los significantes se "leen" en la medida en que los mismos tengan "sentido", hasta que aparece uno, último, que no tiene sentido y que, por eso mismo, no sería legible. Un significante más allá de los otros, un significante al que no se accede, al menos por la operación de la lectura.

Podríamos decir que esta frase "traduce", a términos "lacanianos", otra frase ubicada al comienzo de ese mismo texto, cuando Graciela, parafraseando el "Más allá del principio de placer" refiere "las huellas mnémicas insusceptibles de ligadura e insusceptibles de proceso secundario" 1. Por un lado el significante sin sentido que queda inaccesible a la operación de lectura que agrupa a los demás significante, y por el otro, las huellas mnémicas insusceptibles de ligadura y de agrupamiento en el proceso secundario. Ambos como un mas allá respecto de un conjunto de términos que habilitarían el sentido o el proceso secundario.

Propongo "ligar" (para ir poniéndonos a "tono" con la metapsicología freudiana) estas dos frases con una frase que me parece caracteriza al texto de Mabel y nos va a ofrecer un eje para el debate.
La propuesta de Mabel es "ubicar en el centro de la subjetividad un núcleo opaco, oscuro, irreductible".
Tenemos una "subjetividad" y un "centro".
Veamos cómo podemos leer esta propuesta.
La "subjetividad" es presentada, en la segunda página del texto de Mabel, como un sistema de elementos que, operaciones formales mediante, son equivalentes. Según el texto, el aparato psíquico (la "subjetividad") constituye una espacialidad donde "se inscriben registros que, primero como huellas mnémicas y luego como representaciones, componen un sistema de marcas".

Es decir que "registros", "huellas mnémicas", "representaciones" y "marcas" son elementos equivalentes 2:

Finalmente tenemos la "representación-cosa" definida como un "signo inconsciente" y la "representación-palabra" como "signo preconsciente". Con lo cual podemos agregar el "signo" a la serie de elementos equivalentes.

Así como antes le propuse a Graciela una discusión puntual sobre si el analista lee o escribe, la discusión puntual que le propondré a Mabel será la cuestión de si las representaciones cosa y palabra son "signos", y si son tan específicamente distribuibles entre lo "inconsciente" y lo "preconsciente".

3 – Psicoanálisis, filosofía y ciencia

Llegados a este punto, la pregunta que quisiera formularles como consecuencia de este recorte, y como propuesta de debate, es la siguiente: ¿qué es lo que hace que toda la metapsicología freudiana, y en particular sus desarrollos en torno a las representaciones, sea diferente de una filosofía? En otras palabras, ¿qué es lo que hace que todo ese trabajo con representaciones no pueda alinearse como una variante más de las especulaciones, reflexiones, que se han propuesto y desarrollado, desde Descartes hasta el presente, en el campo de la filosofía y la epistemología?

Si a alguno le parece demasiado forzada esta extrapolación, le propongo los siguientes recordatorios.
En primer lugar, hablar de filosofía, después de Descartes, implica hablar de filosofía de la ciencia, del problema del conocimiento.
En segundo lugar, la epistemología científica ya no es la de Laplace.
El ideal de la equivalencia de lo real con lo simbólico, el ideal de Galileo de la naturaleza como un libro escrito en lenguaje matemático, ha padecido la misma relativización que la cultura le ha destinado a los ideales en general. Sigue siendo una referencia lógica para el pensamiento, pero el principio de indeterminación de Heisenberg y el teorema de Godel no son descubrimientos psicoanalíticos (aunque muchos psicoanalistas aún los vivan como revelaciones últimas). Está totalmente asumida en la ciencia la imposibilidad de un conocimiento absoluto, de una irreductibilidad de lo real a su completa simbolización. La idea de un núcleo, de un resto, de algo resistente al conocimiento, no es propia o específicamente analítica. La ciencia ya la ha incorporado como un problema de método, de error del método. Entre otras razones porque, de última, esto no nos saca tanto del ideal de Laplace: basta ubicar el punto de equivalencia entre lo real y lo simbólico en el infinito de una asíntota.

Si ahora releemos, al final del texto de Mabel, la definición del aparato psíquico como "la instalación de criterios lógicos cada vez mas refinados para operar con representaciones", así como la indicación que "la trama de huellas mnémicas, el sistema de representaciones", y "las fantasías", "son procedimientos (…) para tratar lo irreductible a la simbolización", cabría preguntarse si la neurosis no quedaría reducida a la formulación, a nivel individual, del mismo problema que enfrenta en términos generales la humanidad en cuanto al conocimiento, es decir, el problema de la simbolización de un real resistente 3. Con lo cual, el psicoanálisis podría considerarse como una filosofía de vida, es decir, una aplicación al caso individual de los problemas filosóficos generales.

Esa es la pregunta, la "provocación", si quieren, que les propongo a partir de esa subjetividad "centrada" en un núcleo resistente a la simbolización.

Una vía de abordaje sería preguntarnos por las eventuales equivalencias o diferencias de la noción de real en la ciencia y en el psicoanálisis. La otra vía de abordaje sería preguntarnos por el estatuto del sujeto en cada caso. De hecho, estos abordajes no serían mas que las dos caras de la misma moneda, ya que ese "centro", por mas opaco que se lo piense, no deja de implicar otro centro, que sería el de aquella subjetividad para "quien" los "signos" buscarían dar "sentido" a la "cosa".

No hay centro del lado del objeto sin que se configure, automáticamente, un centro del lado del sujeto. Ese es, justamente, el efecto que produce la estructura de la representación.

4 – La representación

Recordemos la noción clásica de representación, tal como es presentada por Descartes en sus "Reglas para la dirección de la mente" 4. La misma funciona como una superficie donde confluyen, por un lado, lo que llega como impronta del objeto (sensación), y por el otro, lo que llega como actividad del espíritu (imaginación). En términos del propio Descartes, "la diferencia entre imaginación y sensación sólo consiste en esto: en una, las imágenes son trazadas por objetos exteriores, y éstos están presentes, mientras que en la otra ellas lo son por el alma, sin objetos exteriores y por decirlo así, con todas las ventanas cerradas" 5.
Pero al inscribirse ambas en la glándula pineleana desaparece la diferencia de su proveniencia
6. La consecuencia de este doble eje concurrente constituye a esa glándula milagrosa como la sede de la representación.

Vuelvo entonces a la pregunta: ¿en qué difiere Freud de Descartes?

Por ejemplo, tomemos el "Proyecto…". ¿Qué es una representación? ¿Es lo mismo que una huella mnémica? No. Una huella mnémica es una impresión del objeto, algo que proviene desde los sentidos. Y para que una huella mnémica adquiera el estatuto de una "vorstellung" es necesario que también le llegue la investidura del "ich" (en términos cartesianos, la "actividad del espíritu"). La "vorstellung" funciona como un espejo de dos caras donde se juntan la impresión de los sentidos y la investidura del ich.

Y Freud es perfectamente consciente de este problema, tan bien expresado en la fantasía del hombrecito dentro del hombre que, como las muñecas rusas, cuando lo pelamos, reaparece, cada vez más unificado, en su interior.

Ese es el problema que se plantea en "Lo inconsciente" (1915), cuando busca fundar el estatuto dinámico del inconsciente, es decir, justificar porqué el inconsciente no puede ser reducido a una "consciencia segunda". ¿Cómo lo resuelve?

5 – La representación inconsciente

Vamos a encontrar su "solución" en las páginas 197 y 198 del tomo XIV de Amorrortu, en un párrafo que forma parte del capítulo VII, titulado "El discernimiento de lo inconsciente". Esa discusión sobre el estatuto del inconsciente es la discusión sobre el estatuto de la "representación" y del sujeto que le corresponde.

Allí ordena la "representación-palabra" (Wortvorstellung) y la "representación-cosa" (Sachvorstellung) como descomposiciones de una nueva representación, la "representación-objeto". Digo una nueva representación porque, si no me equivoco, es la primera vez que aparece ese término "Objektvorstellung" 7.

Intervención: Ya lo mencionó antes. Representación cosa u objeto, es lo mismo.

Michel Sauval: No es lo mismo representación-cosa que representación-objeto. Una cosa es que la representación-cosa derive de las huellas de objetos y otra cosa es equiparar representación-cosa con representación-objeto. Si no podemos percibir esa diferencia no vamos a entender nada de este nuevo entramado que nos presenta Freud. La "representación-objeto" está compuesta por una asociación entre "representación-cosa" y "representación-palabra" 8.

Les leo el párrafo, para que no queden dudas:

Lo que pudimos llamar la representación-objeto {Objektvorstellung} consciente se nos descompone ahora en la representación-palabra {Wortvorstellung} y en la representación-cosa {Sachvorstellung} que consiste en la investidura, si no de la imagen mnémica directa de la cosa, al menos de huellas mnémicas más distanciadas, derivadas de ella. De golpe creemos saber ahora dónde reside la diferencia entre una representación consciente y una inconsciente. Ellas no son, como creíamos, diversas trascripciones del mismo contenido en lugares psíquicos diferentes, ni diversos estados funcionales de investidura en el mismo lugar, sino que la representación consciente abarca la representación-cosa más la correspondiente representación-palabra, y la inconsciente es la representación-cosa sola. El sistema Icc contiene las investiduras de cosa de los objetos, que son las investiduras de objeto primeras y genuinas; el sistema Prcc nace cuando esa representación-cosa es sobreinvestida por el enlace con las representaciones-palabra que le corresponden 9.
(Subrayado MS)

Como vemos, las representaciones son inconscientes en la medida en que falte esa asociación entre representación-cosa y representación-palabra. Pero esto no debe entenderse en el sentido de que la representación-cosa sea un "signo" inconsciente y la representación-palabra un "signo" preconsciente. No es que las representaciones cosa son inconscientes y las representaciones palabra son preconscientes, y que las primeras podrían llegar a la consciencia por alguna "traducción" en términos de las segundas.
Justamente, Freud inventa esa nueva "unidad" que es la "representación-objeto" para cargar sobre ella la función propia de toda representación, es decir, representar algo para una consciencia. Por contraposición, al faltar alguno de sus componentes, resulta una "representación inconsciente", que es la que legitima al inconsciente dinámico.

Como en este párrafo Freud solo ubica como "inconscientes" a las representaciones cosa, quizás eso pueda generar la confusión o malentendido de pensar que las representaciones palabra estarían desde siempre en el sistema preconsciente 10. Pero las representaciones palabra también derivan de impresiones sensoriales, "de igual manera que las representaciones-cosa" 11, y por lo tanto, también pueden ser tratadas como representaciones cosas (en particular, será inconsciente todo lo que en ella tenga relación con su materialidad sonora o visual) . Eso es lo que, justamente, pone de relieve el ejemplo de los esquizofrénicos: "ellos tratan cosas concretas como si fueran abstractas" 12, tratan las representaciones palabra como representaciones cosa.

Pero esto no es privativo de los esquizofrénicos. Encontramos un funcionamiento similar en los síntomas de los neuróticos, los sueños y las formaciones del inconsciente. En el ejemplo de olvido de "Signorelli", el significante caído (unterdruckt), reprimido, es "signor", y en su caída, arrastra a "Signorelli". A la consciencia de Freud acuden todos los significados "asociados" a "Signorelli", es decir, todo aquello que puede entrar en asociación con representaciones palabra. Pero el nombre "Signorelli" resulta inaccesible, como si funera una representación cosa.

Con esta construcción, Freud coloca al sujeto como efecto de articulaciones entre representaciones que, por si mismas, son inconscientes, es decir, no representan nada y para nadie. Y en esa articulación suma, al mimetismo de la huella con la cosa, una operación de cifrado y significación (que es lo que llega a la consciencia) 13.

6 – Sujeto y significante

Si nos permitimos una pequeña dosis de esa medicina mortífera que es el freudolacanismo, aunque sea para poder pegar un salto por la vía de las analogías, podríamos referir aquí el sujeto que resulta de la definición lacaniana del significante como aquello que representa un sujeto… para otro significante.

Si el sujeto no es el efecto de esta articulación significante 14, entonces será uno de los pilares unificados de la representación. La unidad del perceptum es el reflejo directo de la unidad siempre supuesta del percipiens, tal como lo exige el funcionamiento propio de la representación.

Aquí tenemos que lidiar con las consecuencias de cierta vulgarización (en el uso) de los términos sujeto y significante. Creo que se tiende a confundir sujeto con sujeto de la representación. Y por eso podemos oír a tantos analistas hablar del sujeto que piensa tal cosa, o del sujeto que hizo tal acto, o del sujeto que desea algo, o del sujeto que atraviesa una crisis, o del sujeto que elabora un duelo, o del sujeto que comete un fallido, o del sujeto que sueña, etc. Pero para Lacan, lo mismo que para Freud, el sujeto es un efecto, y de ningún modo el sujeto gramatical de la voz activa.

Otro malentendido común es la confusión entre significante y signo. No en vano Lacan se preocupó, en su "transcripción" del signo Saussureano, de invertir sus términos y quitar el óvalo que los envolvía. La referencia a Saussure nos lleva, casi siempre, a pensar el significante como una "parte" del signo. Pero el significante solo es tal (en sentido psicoanalítico) en la medida en que se ha roto su lazo con el significado. De lo contrario, insisto, es un signo.

Veamos nuevamente el ejemplo del olvido del nombre "Signorelli". Signor es un significante, justamente, en la medida en que se ha roto su lazo con el significado, en la medida en que está caído (unterdruckt), mientras su "significado" sigue a flote (vía las formaciones sustitutivas). Es la represión la que aísla al significante como tal. Y el sujeto del inconsciente, justamente, es el que está orillado al significante caído.

7 – Lectura de signos y lectura de letras

Pasemos ahora al texto de Graciela. En la tercer parte del mismo se ordenan las relaciones entre el significante y el significado en función de una serie de operaciones:

Esta equivalencia planteada entre escuchar, leer y descifrar se resume en la siguiente frase: "el significante se lee [por ende, se escucha y se descifra], se lee hasta que aparece un significante sin sentido".

El texto no da mayores precisiones sobre estas operaciones, ni tenemos tiempo para explayarnos sobre cada uno de estos registros, pero hay algunas cuestiones que quisiera precisar respecto de esa oposición entre escuchar/leer/descifrar y escribir. Cada sueño, y cada formación del inconsciente, es un cifrado 15. Pero lo que a mi juicio caracteriza la operación de lectura en psicoanálisis es la preeminencia de lo textual. Es al leer con un escrito que la lectura toma valor de desciframiento. De lo contrario, lo que tenemos, es lectura de signos. Y no es lo mismo la lectura de signos que la lectura de un escrito. A tal punto que, entre ellas, Lacan llegó a ubicar la operación que dio origen a la escritura: "es por la inversión de esa relación, de esa relación de lectura del signo, como puede nacer luego la escritura en tanto ella puede servir para connotar la fonematización" 16. ¿En qué consiste esta inversión?

En el primer tiempo, ciertos términos del lenguaje nombran los objetos que algunos elementos del material que va a servir a la escritura figuran pictóricamente. El nombre del objeto puede ser tomado, entonces, para designar lo que representa pictográficamente al objeto: el nombre (N) lee el signo (S) como nombre del objeto (O). Como se aprecia, esta "lectura" ya hace girar la relación con el objeto, ya que el mismo nombre vale ahora tanto para el objeto como para el trazo que lo "representa".

En el segundo tiempo, es el signo el que es considerado como si escribiera ese elemento del lenguaje que lo leía: el signo (S), con el que se leía el objeto (O), es tomado como escritura del nombre (N).

Esa inversión de la lectura del signo se completa cuando, finalmente, el signo (S), que ahora escribe un nombre (N), es usado para escribir el nombre (N') de otro objeto (O'). En efecto, estaremos seguros de que el signo vale como escritura del significante del nombre cuando nos encontramos con el caso en que ese nombre se relacione, no con el objeto que correspondía primero al signo (tiempo 1, lectura del signo) sino con otro objeto cuyo nombre es homófono (a veces solo en parte) del nombre con el cual ese signo era leído, en cuyo caso el signo ha tratado al nombre como un significante en su materialidad, es decir, en su literalidad.
En suma, es el escrito quien da al significante su estatus de significante
17. Es en su relación con la letra que el significante se separa del signo, adquiere su carácter de significante en tanto fuera del sentido, separado del objeto.

Me parece que no tiene sentido hablar de un "significante sin sentido" como un elemento extra respecto de una serie de "significantes" "con sentido", y que, por eso mismo, podrían leerse. Esa serie de elementos que tendrían sentido no sería una serie de significantes sino de signos, y la lectura allí implicada sería una lectura de signos. La "huella" que no puede ser ligada, el "significante" que no tiene sentido, son los nombres de este mito que intenta concentrar en un supuesto elemento "último" la correspondencia de la unicidad del sujeto de la representación.

Decía Lacan en Radiofonía: "psicoanalista, es del signo del que estoy advertido".

8 – Si hay pacto, es moral

Con esto llegamos al último punto que quisiera proponer a debate: el "pacto" (para el caso, "ético") que titula y cierra el escrito de Graciela

No veo como podría haber un pacto sin la participación de un tercero respecto de un dispositivo de al menos dos personas. El ejemplo mas claro es la intervención del Estado a través de sus colegios profesionales y sus "códigos de ética" 18. Pero más allá de esas cuestiones "legales", aún en la "soledad" del "consultorio", el tercero, el pacto, será cualquier ideal u objetivo que acepten compartir analista y analizante, situación que los convierte en personas y, por eso mismo, anula el dispositivo analítico. Cualquier "pacto" que allí se establezca funcionará como la tercera persona que Freud considera inadmisible. Y el adjetivo "ético" no va a relevar a ningún "pacto" de esa hipoteca. En ese punto, un adjetivo vale lo mismo que otro, y un "pacto ético" será equivalente a un "pacto moral", a un "pacto terapéutico", a un "pacto legal", o cualquier otra coloración que se les ocurra.

Para anudar este problema con lo que hemos venido desarrollando propongo reflexionar sobre las diferencias que establece Lacan, en el seminario XI, entre el inconsciente freudiano y el suyo. ¿Qué significa que el inconsciente lacaniano sea "ético"?

Creo que el sentido de la "ética", en este caso, es de oposición al estatuto "ontológico" que Lacan le asigna al inconsciente Freudiano. ¿Qué significa un inconsciente ontológico? Significa que se lo piensa como durable, como una esencia. Significa pensar que cada persona tiene un inconsciente del mismo modo que tiene un hígado o un páncreas, y que las formaciones del inconsciente se secretan del mismo modo que la bilis, es decir, que son objetivables. Es decir, que así como podríamos decirle a alguien que está un poco amarillo y que suponemos que le anda mal el hígado, podríamos decirle que ese fallido que acaba de cometer indica que le anda un poco mal el inconsciente.
Un inconsciente ontológico implica un hombrecito dentro del hombre.

En mi opinión no hay formación del inconsciente si no es en el marco del dispositivo analítico, es decir, en el contexto en el que la misma pueda tener consecuencias. La referencia a la ética a la que apela Lacan viene a subrayar que el sujeto del inconsciente es un efecto y convoca a un acto. Es decir, lo opuesto a un pacto.

En mi opinión, no hay pactos " éticos". Cualquier "pacto" implica un punto de complicidades incompatibles con el dispositivo analítico, implica hacer del psicoanálisis una filosofía de vida, una moral.

Gracias por el tiempo dispensado, y espero que las incitaciones al debate puedan cumplir con la función de tales.

Notas

1 - La cita textual, de Freud, página 36 del tomo XXIV, es la siguiente: "Las huellas mnémicas reprimidas de sus vivencias del tiempo primordial no subsisten en su interior en el estado ligado y aún, en cierta medida, son insusceptibles del proceso secundario"

2 - Por si fuera necesario aclararlo, "equivalente" no es lo mismo que "idéntico".

3 - Es decir, pensar un real similar para la ciencia y el psicoanálisis

4 - En "Discurso del método", Ediciones Orbis, para Hyspamérica – Ver en http://www.pensament.com/filoxarxa/filoxarxa/Descartes,%20Rene%20-%20Discurso%20del%20metodo.htm
En francés, en
http://abu.cnam.fr/cgi-bin/donner_html?methode3

5 - René Descartes, "Conversaciones con Burman"

6 - Las dos etapas de la duda, en las "Meditaciones" retoman este doble eje. La primera etapa, la que suspende los "datos de la "sensación", busca cortar el lazo de las figuras con el "sentido común". La segunda etapa de la duda (la "hiperbólica"), la que suspende los datos de la "imaginación", busca cortar el lazo de las figuras con el espíritu. Es así como Descarte obtiene figuras que, durante un tiempo, y al término de una ascesis muy particular, no representarían nada y de las cuales el ego obtiene la certeza de su existencia, para luego comenzar la reconstrucción de la representación como lazo entre las figuras y lo que ellas figuran, tanto del lado de la imaginación como de la sensación (ese es el trabajo de las 3° a 6° meditaciones).

7 - Objektvorstellung: el objeto como "Objekt" tiene el sentido del objeto construido en el proceso del conocer, y no como "Gegenstand" , cuyo sentido es "lo que está ahí enfrente". "Object" tampoco es "Sache" ni "Ding"

8 - Incluso, las eventuales confusiones entre ambas que podrían surgir de la lectura del Apéndice C de este texto de Freud, son aclaradas por Strachey, quien señala: "Lo que aquí [por el Apéndice] llama «representación-objeto» {Obiektvorstellung} es lo que en «Lo inconciente» denominaría «representación-cosa» {Sachvorstellung}, mientras que lo que allí designaría «representación-objeto» denota una combinación de la «representación-cosa» y la «representación-palabra», a la cual no le da ningún nombre específico en este pasaje"

9 - Sigmund Freud, "Lo inconsciente", Obras Completas, Tomo XIC, Editorial Amorrortu, páginas 197/8

10 - La frase puede parecer ambigua porque ubica como consciente a la asociación entre presentación-cosa y representación palabra, y como inconsciente a la representación-cosa sola. Un pensamiento "débil", más preocupado por ubicar tarugos en todos los agujeros que por entender algo de esta metapsicología, podría concluir rápidamente que las representaciones palabra quedan, "entonces", en el preconsciente. Pero Freud insiste, en el renglón siguiente, en señalar que el sistema Prcc "nace" cuando la representación-cosa es sobre investida por el enlace con las representaciones palabra. Es decir que en el Prcc no hay representaciones palabra sueltas. La "distribución" de las representaciones cosa y palabra entre los sitemas Icc y Prcc es concomitante con la ocurrencia de su asociación en la "representación-objeto" que, así, llega a la consciencia. Descompuesta esta última, el Prcc deviene un limbo tan vacío y abstracto como el que hace poco abolió la Iglesia.

11 - Sigmund Freud, "Lo inconsciente", Obras Completas, Tomo XIC, Editorial Amorrortu, página 199

12 - Idem, página 201

13 - No es lo mismo el significado del signo que la imagen mental del objeto.

14 - Con la complicación correspondiente de que el significante mencionado en primer término (el que representa al sujeto) no es igual o equivalente al mencionado en segundo término (ante el que se realiza esa representación)

15 - En todo caso, eso es lo que nos indica el propio Freud cuando en su famoso fragmento de la interpretación de los sueños nos recuerda que "el contenido del sueño se da, por decirlo así, en una escritura de imágenes (Bilderschrift) cuyos signos deben transferirse uno por uno en la lengua de los pensamientos del sueño. Seríamos inducidos evidentemente al error, si se quiere leer esos signos según su valor de imagen (Bilderwert) en lugar de leerlos según sus relaciones de signos (Zeichenbeziehung)" (subrayado mío).

16 - Jacques Lacan, Seminario "La identificación", sesión del 10 de enero de 1962

17 - Jean Allouch, "Letra por letra", EDELP, página 157

18 - Reducida, en general, a la "ética" del cobro de matriculas y usufructo burocrático de los beneficios del monopolio de la representación institucional de los profesionales

 

Bibliografía

René Descartes

Sigmund Freud

Jacques Lacan

Jean Allouch, "Letra por letra", EDELP

Guy Le Gaufey, "El lazo imaginario", EDELP

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