Michel Sauval - Psicoanalista Jacques Lacan, Seminario "La angustia", Lectura y comentarios de Michel Sauval

Notas y comentarios
Sesión del 13 de marzo de 1963

Negación expletiva

Expletivo viene del latín expleo, "llenar".
Término redundante y gramaticalmente superfluo de un enunciado.

En determinadas estructuras sintácticas el adverbio de negación no puede tener un valor opuesto al de su semántica prototípica. Es decir, en ciertas construcciones, el no se emplea con valor afirmativo. En esos casos, la gramática tradicional habla de negación expletiva, espuria o pleonástica


Artículo de Cristina Sánchez López, "La negación“,
incluido en la "
Gramática descriptiva de la lengua española"
Ignacio Bosque y Violeta Demonte (eds.),
Real Academia Española, Espasa Calpe, 1999, § 40.8

Se denomina negación expletiva, espuria o pleonástica aquella que no aporta un valor negativo real a la oración en que aparece, de manera que resulta, en cierto modo, redundante. En español es posible encontrar este tipo de negación, siempre representada por el adverbio no, tras verbos de duda o temos, en contrucciones comparativas, en oraciones temporales introducidas por hasta puntual, y en ciertas exclamativas de carácter retórico.

Ejemplos:

De hecho, parece que en la lengua antigua la presencia de negación expletiva estaba mucho menos restringida que en español actual, de manera que casi todos los inductores negativos la admitían. [...]

La presencia de la negación expletiva tras verbos de duda y temor está asociada a la ausencia de la conjunción subordinante. Nótese que en las siguientes oraciones la presencia de la conjunción obligaría a interpretar la negación como no expletiva, en cuyo caso el objeto del temor o la duda sería una acción negativa. En cambio, si suprimimos la conjunción, la única interpretación posible es que lo que se duda o se teme es una acción positiva, lo que demuestra que se trata en tal caso de negación expletiva:

Lógicamente, es necesario también que la subordinada aparezca en modo subjuntivo. Ello se sigue del hecho de que sólo se permite la extensión del ámbito de la negación a la oración subordinada. La imposibilidad de interpretar como expletiva la negación en Me temo no viene se debe a que el modo indicativo no incluye a la subordinada dentro del ámbito de la negación, y por tanto esta no puede tener valor negativo implícito que se refleja en la presencia de la negación expletiva. [...]

La negación expletiva puede aparecer en el término de estructuras comparativas, especialmente cuando el término no es una oración flexiva.

Ha de cumplirse, además, el requisito estructural de que ninguna preposición puede mediar entre la negación expletiva y la comparativa. De ahí que los comparativos léxicos que toman como término un SP, o las comparativas introducidas por de lo que no permitan negación expletiva.

En tercer lugar, admiten negación expletiva ciertas oraciones exclamativas encabezadas por un pronombre de cantidad con las que el hablante pondera enfáticamente una cantidad que presupone.

De las dos oraciones anteriores se deduce que la cantidad ponderada, sea de trabajo o de dinero, ha de ser abundante. Esta deducción, así como la presuposición de existencia de dicha cantidad, no cambio esté o no presente la negación. En cambio, si la exclamativa no es cuantitativa sino cualitativa, la negación ya no será expletiva. De ahí que el sentido de las oraciones siguientes, con o sin negación, sea contrario:

Para que admitan negación expletiva, las exclamativas de cantidad han de cumplir un requisito gramatical fundamental: el verbo ha de estar en futuro o condicional, tiempos ambos de reconocido valor modal. De hecho, parece ser este valor modal lo que aporta un valor irreal a estas construcciones estrechamente vinculado a la posibilidad de tener negación expletiva.

Finalmente, las construcciones con hasta puntual permiten una negación expletiva que manifiesta de forma explícita el valor irreal o virtual de la oración que encabezan, valor que se sigue de la relación excluyente mantenida respecto de la acción de la oración principal. Se observa esta negación en los siguientes ejemplos:

Creemos que el valor exclusivo del hasta puntual es responsable de que la subordinada denote un hecho irreal, lo que a su vez explica que esta oración tenga un sentido implícitamente negativo que puede manifestarse explícitamente en forma de negación expletiva.

El uso de negación espuria en este tipo de construcciones ha sido observado y sancionado por numerosos gramáticos. Cuervo (1885: 488) afirma que se debe a una contaminación entre las frases con hasta y con mientras no, cuyo sentido puede ser similar en Nos se vaya hasta que no le llamen y No se vaya hasta que (no) le llamen. Similar opinión mantiene Kany (1945: 429). Otros autores, en cambio, niegan que el uso de negación con hasta sea una anomalía. De “estigma sin base lingüística alguna” lo califica Morera (1986) y María Moliner (DUE, s. v.) afirma que no es un no superfluo ni anfibológico.


Jacques Lacan
Sesión del 10 de diciembre de 1958
Seminario "El deseo y su interpretación"

Ese 'no' expletivo que no es un 'no' expletivo, que es un 'no' absolutamente esencial para el uso de la lengua francesa, es el que se encuentra en la frase: "Je crains qu' il ne vienne" ("temo que el venga"). Cada cual sabe que el "Je crains qu'il ne vienne" quiere decir "temo que él venga", y no que yo (je) temo que él no venga. Pero en francés se dice "Je crains qu' il ne vienne". En otros términos, el francés, en ese punto de su uso lingüístico toma, al 'ne', en alguna parte de su errancia, si así puede decirse, de su descenso de un proceso de la enunciación donde el 'ne' se ubica sobre la articulación de la enunciación, sobre el significante puro y simple, llamado en acto. Por ejemplo, en 'ne' de "Je ne dis pas que je suis ta femme" ("no digo que soy tu mujer"), el 'ne' de "Je ne suis pas ta femme" ("no soy tu mujer"). Sin ninguna duda no estamos aquí para hacer la génesis del lenguaje, pero algo está implicado aún en nuestra experiencia.

Lo que quiero mostrarles que nos indica la articulación que da Freud de la negación, es que implica que la negación desciende de la enunciación al enunciado. Y cómo no sorprenderse, porque después de todo, toda negación en el enunciado implica una cierta paradoja, porque plantea algo que, para plantearlo al mismo tiempo, digamos, en un cierto número de casos, como no existiendo parte alguna entre la enunciación y el enunciado, y en ese plano donde se instauran las discordancias, donde algo en mi temor adelanta el hecho de que él venga, y deseando que él no venga ("qu'il ne vienne pas") puede articularse de otro modo ese "temo que venga" ("Je crains qu'il vienne"), como un "temo que venga" ("Je crains qu'il ne vienne"), abrochando al pasar, por así decir, ese 'no' (ne) de discordancia que se distingue como tal, en la negación, del 'ne' forclusivo.

Ustedes me dirán: esto es un fenómeno particular de la lengua francesa. Lo evocaron oportunamente hablando del 'nicht' alemán y el 'not' inglés. Por cierto eso no es lo importante. Lo importante es que la lengua inglesa, por ejemplo, donde articulamos cosas análogas, a saber, lo que percibimos, y esto se los puedo demostrar aquí porque no estoy aquí para hacer un curso de lingüística, es algo análogo a lo que se manifiesta en el hecho de que en inglés, la negación no puede aplicarse en forma directa al verbo, en tanto que es verbo del enunciado, el verbo designante del proceso en el enunciado. No decimos "I eat not", sino "I don't eat".

En otros términos, he aquí que tenemos huellas en la articulación del sistema lingüístico inglés, de esto: para todo lo que es del orden de la negación, el enunciado es llevado a tomar una forma, que es calcada sobre el empleo de un auxiliar; el auxiliar es típicamente el que en el enunciado introduce la dimensión del sujeto. 'I don't eat', ' I won't eat', o 'I won't go' que es, hablando con propiedad "yo no iré", que no implica sólo el hecho, sino mi resolución de sujeto de no ir, el hecho de que para toda negación, en tanto negación pura, algo como una dimensión auxiliar aparece. Y esto, en la lengua inglesa, es la huella de algo que enlaza esencialmente la negación a una suerte de posición original de la enunciación como tal.


Jacques Lacan
Sesión del 17 de enero de 1962
Seminario "La identificación"

Pichon señala, no sin pertinencia, que la división, la esquizo más común en francés, de la negación entre un "ne" por un lado, y un término auxiliar, el "pas", "personne", ("nadie"), "rien" ("nada"), "point" ("no"), "mie" ("más"),"goutte" ("nada"), que ocupan una posición en la frase enunciativa qué queda por precisar por relación al "ne" mencionado al principio, esto les sugiere particularmente al observar de cerca el uso separado que puede hacerse de él, atribuir a una de esas funciones una significación llamada discordancial, y a la otra, una significación exclusiva.

Es justamente de la exclusión de lo real que estaría encargado el "pas", el "point", mientras que el "ne" expresaría esta discordancia a veces tan sutíl que no es más que una sombra y particularmente en ese famoso "ne" que ustedes saben que he tenido muy en cuenta al intentar por primera vez justamente demostrar ahí algo como la huella del sujeto del inconsciente, el "ne" llamado expletivo. El "ne" de ese "je crains qu'il ne vienne" ("temo que venga"), ustedes perciben que no quiere decir otra cosa que "j'esperais qu'il vienne" ("ojalá que venga"), expresa la discordancia de vuestros propios sentimientos respecto de esta persona y vehiculiza de alguna manera la huella tanto más sugestiva por estar encarnada en su significante, ya que lo llamamos en psicoanálisis ambivalencia: "je crains qu'il ne vienne", no es tanto expresar la ambigüedad de nuestros sentimientos como mostrar cómo, por esta sobrecarga en un cierto tipo de relaciones, es capaz de resurgir, de emerger, de reproducirse, de marcarse en una apertura, esta distinción del sujeto del acto de la enunciación en tanto tal, por relación al sujeto del enunciado. Incluso si no está presente a nivel del enunciado de un modo que lo designe.

"Je crains qu'il ne vienne" es un tercero. Si se hubiera dicho "je crains que je ne fasse" ("temo que yo haga"), —lo que casi no se dice aún cuando es concebible—, estaría al nivel del enunciado; sin embargo poco importa que sea designable— ustedes ven por otra parte que puedo hacerlo volver a entrar- a nivel del enunciado; y un sujeto encubierto o no a nivel de la enunciación, representado o no, nos conduce a plantearnos la cuestión de la función del sujeto, de su forma , de lo que él soporta, y a no engañarnos, a no creer que es simplemente el "je" que, en la formulación del enunciado lo designa como aquél que, en el instante que define el presente, porta la palabra.

El sujeto de la enunciación tiene tal vez siempre otro soporte. Lo que acabo de articular es que ese pequeño "ne", aquí aprehensible bajo la forma expletiva, es ahí que debemos reconocer, hablando propiamente en un caso ejemplar, el soporte, lo que no quiere decir, seguramente, tampoco que en ese fenómeno de excepción debamos reconocer su soporte exclusivo.


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