Michel Sauval - Psicoanalista Jacques Lacan, Seminario "La angustia", Lectura y comentarios de Michel Sauval

Lectura y puntuaciones de textos de Freud

Inhibición, síntoma y angustia (1)

Echeverry (el traductor de la edición Amorrortu) señala, en sus comentarios introductorios, las dificultades que tuvo Freud para conferirle a este trabajo "un carácter unitario" (2): repetido examen de la misma cuestión en diversos momentos del trabajo, la necesidad de la "addenda", e incluso el propio título del libro. Pero aún cuando son abordados muchos problemas colaterales (clases de resistencia, distingo entre represión y defensa, relaciones entre angustia, dolor y duelo) la angustia, planteada, a partir de aquí, como causa o motivo de la represión (a diferencia de la teoría previa, donde la angustia era consecuencia de la represión) aparece como hilo conductor.

Las siguientes son algunas notas de lectura del texto

I

El primer punto ubica las inhibiciones como "limitaciones de las funciones yoicas, sea por precaución o a consecuencia de un empobrecimiento de energía", a diferencia de los síntomas que no pueden describirse "como un proceso que suceda dentro del yo o que le suceda al yo" (3). Dicho al revés, la inhibición es un proceso que sucede dentro del yo o que le sucede al yo.

II

El segundo capítulo retoma las relaciones entre angustia y represión, descartando "la concepción anterior según la cual la energía de investidura de la moción reprimida se mudaba automáticamente en angustia".
Para Freud, "el yo es el genuino almácigo de la angustia" (
4). El síntoma es indicio y sustituto de una satisfacción pulsional interceptada, es un resultado del proceso represivo. Y la represión parte del yo.
La angustia no es producida como algo nuevo a raíz de la represión sino que es reproducida como estado afectivo, siguiendo una imagen mnémica preexistente. Estos estados afectivos están incorporados "como unos símbolos mnémicos" (
5)

III

El tercer capítulo analiza la integración del síntoma al yo y la defensa secundaria

IV

El cuarto capítulo analiza la angustia en los casos del pequeño Hans y el hombre de los lobos, para deducir que "en ambos casos el motor de la represión es la angustia frente a la castración; los contenidos angustiantes (...) son sustitutos desfigurados [dislocados] del contenido 'ser castrado por el padre'" (6)
"Aquí la angustia crea a la represión y no - como yo opinaba antes - la represión a la angustia".
"La mayoría de las fobias (...) se remontan a una angustia del yo (...) frente a exigencias de la libido. En ellas la actitud angustiada del yo es siempre lo primario y es la impulsión para la represión. La angustia nunca proviene de la libido reprimida" (
7)
Queda pendiente de resolver la contradicción que este análisis de las fobias plantea respecto del análisis de las neurosis actuales, de donde había surgido la primera teoría de la angustia como proveniente de la extasis libidinal.

V

El desenlace anterior vuelca el texto al problema de la formación de síntoma (para poder precisar su relación con la angustia). Freud elige analizar los síntomas de la neurosis obsesiva. De su observación se desprende, por un lado, una lucha continuada contra lo reprimido, y por el otro, que el yo y el superyó participan muy considerablemente en la formación de síntoma (8). De hecho, "constituye un triunfo de la formación de síntoma que se logre enlazar la prohibición con la satisfacción, de suerte que el mandato o la prohibición originariamente rechazantes cobren también el significado de una satisfacción" (9)
La tendencia general de la formación de síntoma en la neurosis obsesiva "consiste en procurar cada vez mayor espacio a la satisfacción sustitutiva a expensas de la denegación [frustración]". El resultado es "un yo extremadamente limitado que se ve obligado a buscar sus satisfacciones en los síntomas" (
10), proceso que puede llegar a la "parálisis de la voluntad del yo" (11)

VI

Este capítulo prosigue con el análisis de los síntomas en la neurosis obsesiva, en particular el análisis de dos subrogados de la represión: la anulación de lo acontecido y el aislar, dos técnicas que ponen de relieve cómo "en la neurosis obsesiva el yo es mucho más que en la histeria, el escenario de la formación de síntoma" (12), en este y subsiguientes números entre paréntesis indicamos el número de página del tomo XX de la edición Amorrortu).

La tendencia a la anulación podría explicar, en parte, la compulsión de repetición, ya que "lo que no ha acontecido de la manera en que habría debido de acuerdo con el deseo es anulado repitiéndolo de un modo diverso de aquel en que aconteció, a lo cual vienen a agregarse todos los motivos para demorarse en tales repeticiones". Tenemos así "una técnica motriz de la defensa" (13).

La otra técnica también cae sobre la esfera motriz. La histeria relega a la amnesia una impresión traumática. En la neurosis obsesiva, en cambio, la vivencia traumática no es olvidada, "pero se la despoja de su afecto, y sus vínculos asociativos son sofocados o suspendidos, de suerte que permanece ahí como aislada y ni siquiera se la reproduce en el circuito de la actividad de pensamiento" (14) Para asegurar ese objetivo, la neurosis obsesiva refuerza esa técnica por vía motriz.

El tabú de contacto es la expresión física de esta operación de aislamiento en el pensamiento: "el aislamiento es una cancelación de la posibilidad de contacto, un recurso para sustraer a una cosa del mundo de todo contacto" (15)

En síntesis, el punto de arranque de las fobias, la histeria de conversión y la neurosis obsesiva "es la destrucción del complejo de Edipo", y en todas, "el motor de la renuncia del yo es la angustia de castración". Pero solo en las fobias esa angustia es confesada. "¿Qué se ha hecho de la angustia en las otras dos formas, cómo se la ha ahorrado el yo? (...) ¿Es seguro que la angustia de castración constituye el único motor de la represión (o de la defensa)?" (16)

VII

Este capítulo orienta la relación entre la angustia de castración y la formación de síntoma hacia el trauma del nacimiento como expresión de la castración de la madre.

Comienza por las fobias. El caso del pequeño Hans muestra que las mociones que han sido objeto de la defensa no son solo las eróticas, sino también las agresivas. Por lo tanto no todo se reduce a un conflicto del yo con las exigencias de la libido. Se plantea el problema de la doctrina de las pulsiones: "Casi nunca nos las habemos con mociones pulsionales puras" (17), sino con diversos grados de mezcla, de modo que las agresivas también pueden ser objeto de defensa.
"Hans impone a su yo una limitación, produce la inhibición de salir para no encontrarse con los caballos" (
18)
"La exigencia pulsional no es un peligro en si misma, lo es sólo porque conlleva un auténtico peligro exterior, el de la castración" (
19)
"La angustia de las zoofobias es, entonces, una reacción afectiva del yo frente al peligro; y el peligro frente al cual se emite la señal es el de la castración. He aquí la única diferencia respecto de la angustia realista que el yo exterioriza normalmente en situaciones de peligro: el contenido de la angustia permanece inconsciente, y sólo deviene consciente en una desfiguración" (
20)
Para Freud, esto también vale para las fobias de adultos.

Sigue con las neurosis obsesivas. En este caso, el motor de la formación de síntoma es "la angustia del yo frente a su superyó. La hostilidad del superyó es la situación de peligro de la cual el yo se ve precisado a sustraerse" (21). Pero si tenemos que pensar en qué teme el yo del superyó, "el castigo de este es un eco del castigo de castración. Así como el superyó es el padre que devino apersonal, la angustia frente a la castración con que este amenaza se ha trasmudado en una angustia social indeterminada o en una angustia de la conciencia moral" (22)

En suma, "los síntomas son creados para evitar la situación de peligro que es señalada mediante el desarrollo de angustia. Pues bien, en los casos considerados hasta ahora ese peligro era la castración o algo derivado de ella" (subrayado por Freud) (23)

Pasa entonces al análisis de la neurosis traumática, donde el peligro no habría sido la castración sino un peligro real de muerte.
Lo que señala al respecto es que "nunca se ha experimentado nada semejante a la muerte", motivo por el cual Freud se atiene a la conjetura de que "la angustia de muerte debe concebirse como un análogo de la angustia de castración" (
24)

Pero este paso por la neurosis traumática lo lleva a la conclusión que "el yo se pondría sobre aviso de la castración a través de pérdidas de objeto repetidas con regularidad" (25). La relación entre pérdida y castración podría ofrecerla el nacimiento, que "podría compararse a una castración de la madre (de acuerdo con la ecuación hijo = pene)" (26)

Se abre así el análisis de lo que sería una situación de peligro y su relación con las pérdidas de objeto y la castración

VIII

En este capítulo desenvuelve la "situación de peligro" como "origen" de la angustia.

Comienza analizando las sensaciones ligadas a la angustia. Pueden distinguirse así: "1) un carácter displacentero específico; 2) acciones de descarga, y 3) percepciones de estas" (27). Esta relación de la angustia con sensaciones e inervaciones lo lleva a plantear que "el estado de angustia es la reproducción de una vivencia que reunió las condiciones para un incremento del estímulo como el señalado y para la descarga por determinadas vías, a raíz de lo cual, también, el displacer de la angustia recibió su carácter específico. En el caso de los seres humanos, el nacimiento nos ofrece una vivencia arquetípica de tal índole, y por eso nos inclinamos a ver en el estado de angustia una reproducción del trauma del nacimiento" (27)
Si tal es el origen y estructura de la angustia, entonces ¿cual es su función y cuando es reproducida?: "La angustia se generó como reacción frente a un estado de peligro; en lo sucesivo se la reproducirá regularmente cuando un estado semejante vuelva a presentarse" (subrayado por Freud) (
28)

Entonces ¿qué es un "peligro"?
El peligro es objetivo en el momento del nacimiento, "pero psicológicamente no nos dice nada. El peligro del nacimiento carece aún de todo contenido psíquico (...) Es fácil decir que el neonato repetirá el afecto de angustia en todas las situaciones que le recuerden el suceso del nacimiento. Pero el punto decisivo sigue siendo averiguar por intermedio de qué y debido a qué es recordado" (
29)

La situación que el niño valora como "peligro", y de la cual quiere resguardarse "es la de la insatisfacción, el aumento de la tensión de necesidad, frente al cual es impotente" (30). Lo común entre la situación de insatisfacción y la vivencia del nacimiento "es la perturbación económica por el incremento de las magnitudes de estímulo en espera de tramitación; este factor constituye, pues, el núcleo genuino del peligro" (30). El niño no necesita guardar de su nacimiento nada más que esta caracterización del peligro.
Luego, "con la experiencia de que un objeto exterior, aprehensible por vía de percepción, puede poner término a la situación peligrosa que recuerda al nacimiento, el contenido del peligro se desplaza de la situación económica a su condición, la pérdida del objeto" (
31).
"La angustia demuestra ser producto del desvalimiento psíquico del lactante, que es el obvio correspondiente de su desvalimiento biológico" (
32)
"El objeto-madre psíquico sustituye para el niño la situación fetal biológica" (
33)
En consecuencia, la angustia no es una abreacción del trauma del nacimiento, sino una señal para evitar la situación de peligro. Y la pérdida del objeto como condición de la angustia se repite en posteriores mudanzas: también la angustia de castración "es una angustia de separación" (
34). Y luego del advenimiento del superyó, su castigo implica "la pérdida de amor de parte de él, aquello que el yo valora como peligro y a lo cual responde con la señal de angustia" (35)

Queda confirmado entonces que el yo es el genuino almácigo de la angustia. En el ello se preparan o consuman proceso que dan ocasión para desarrollar angustia, pero "la angustia es un estado afectivo que solo puede ser registrado por el yo" (36). Las posibilidades son dos: "que en el ello suceda algo que active una de las situaciones de peligro para el yo y lo mueva a dar la señal de angustia a fin de inhibirlo, o que en el ello se produzca la situación análoga al trauma del nacimiento, en que la reacción de angustia sobreviene de manera automática" (37). El segundo caso realiza la etiología de las neurosis actuales en tanto que el primero es característico de las psiconeurosis.

El ajuste que esta concepción requiere para el caso de las mujeres es que en ellas, "más que de la ausencia o de la pérdida real del objeto, se trata de la pérdida de amor de parte del objeto". "La pérdida de amor como condición de angustia desempeña en la histeria un papel semejante a la amenaza de castración en las fobias, y a la angustia frente al superyó en la neurosis obsesiva" (38)

IX

Este capítulo articula las situaciones de peligro con la angustia y la formación de síntomas: "toda formación de síntoma se emprende sólo para escapar a la angustia; los síntomas ligan la energía psíquica que de otro modo se habría descargado como angustia; así la angustia sería el fenómeno fundamental y el principal problema de la neurosis" (39)
"La formación de síntoma tiene por lo tanto el efectivo resultado de cancelar la situación de peligro. Posee dos caras; una, que permanece oculta para nosotros, produce en el ello aquella modificación por medio de la cual el yo se sustrae del peligro; la otra cara, vuelta hacia nosotros, nos muestra lo que ella ha creado en reemplazo del proceso pulsional modificado: la formación sustitutiva" (
40)

La pérdida del objeto, o del amor del objeto, así como la amenaza de castración son también peligros que se ciernen desde afuera, pero no surgirían si "en nuestro interior no alimentáramos determinados sentimientos y propósitos", motivo por el que "estas mociones pulsionales pasan a ser condiciones de peligro exterior y peligrosas ellas mismas" (41). Pero a diferencia de un peligro realmente exterior, el proceso defensivo no se reduce a una huida sino que interviene en el decurso pulsional amenazante.

"Cada situación de peligro corresponde a cierta época de la vida o fase de desarrollo del aparato anímico" (42). Por lo tanto, "en el curso de la maduración han de haberse resignado condiciones de angustia y ciertas situaciones de peligro perdieron su significatividad", pero los neuróticos "se comportan como si todavía subsistieran las antiguas situaciones de peligro, siguen aferrados a todas las condiciones anteriores de angustia" (43)

¿Porqué las neurosis no se convierten en episodios del desarrollo? ¿A qué deben su permanencia estas reacciones frente al peligro? Una vez mas llegamos al problema de saber "de donde viene la neurosis, cuál es su motivo último, particular" (44)

X

Este último capítulo aborda el problema de la causa de la neurosis.

En función de cómo culminó el capítulo anterior, el problema es planteado en términos de una división entre "los individuos capaces de someter el afecto de angustia, a pesar su particularidad, a la fábrica normal del alma, y quiénes están destinados a fracasar en esa tarea" (45)

Planteado así el problema es lógico que mas de uno lo haya reconducido a una cuestión azarosa o innata. Rank lo reconduce a la intensidad que haya tenido el trauma del nacimiento, lo que provocaría que algunos no puedan abreaccionarlo por completo y otros si (pero también encontraremos en Mélanie Klein esta problemática de un quantum pulsional innato determinante).

Freud aborda el problema de la siguiente manera.

En primer término, la perduración de la reacción ante situaciones de peligro infantiles o desactualizadas es reconducida a la "compulsión de repetición": "el nuevo decurso pulsional se consuma bajo el influjo del automatismo - prefería decir de la compulsión de repetición - ; recorre el mismo camino que el decurso pulsional reprimido anteriormente, como si todavía persistiera la situación de peligro ya superada. Por lo tanto, el factor fijador a la represión es la compulsión de repetición del ello inconsciente, que en el caso normal sólo es cancelada por la función libremente móvil del yo" (46). En consecuencia, la eficacia de la terapia analítica consistiría en que el yo pueda cancelar sus represiones y recuperar el poder sobre el ello reprimido, de modo que "las mociones pulsionales discurran como si ya no existieran las antiguas situaciones de peligro".

Pero, de última, lo que decide el logro o fracaso de esto, son relaciones cuantitativas. En ese sentido, hay tres factores que participan en la causación de las neurosis al crear "las condiciones bajo las cuales se miden entre si las fuerzas psíquicas".

XI

Este capítulo es una "addenda". Aquí Freud retoma algunos temas abordados en el texto, de un modo que evidentemente considera insuficiente.

La primera parte recapitula aquellos puntos en los que Freud ha cambiado o modificado su posición respecto de opiniones anteriores.

La segunda parte es un complemento sobre la angustia.
Aquí es donde se plantea el problema de la relación de la angustia con el objeto: "La angustia tiene un inequívoco vínculo con la expectativa; es angustia ante algo. lleva adherido un carácter de indeterminación y ausencia de objeto" (subrayado de Freud) (
49).
Los postfreudianos suelen poner el acento en esta "ausencia de objeto". En cambio Lacan pondrá el acento en el "ante algo" (ver comentarios)

"La angustia neurótica lo es ante un peligro del que no tenemos noticia". El análisis enseña que se trata de un peligro pulsional.
¿Cuál es el núcleo, la significatividad, de la situación de peligro? Nuestro desvalimiento frente a él. La angustia es, "por una parte, expectativa del trauma, y por la otra, una repetición amenguada de él". Lo decisivo es este desplazamiento de la reacción de angustia "desde su origen en la situación de desvalimiento hasta su expectativa, la situación de peligro. Y de ahí se siguen los ulteriores desplazamientos del peligro a la condición del peligro, así como la perdida de objeto y sus ya mencionadas modificaciones" (
50)

La tercera parte relaciona la angustia con el dolor y el duelo. La pregunta es: "¿Cuándo la separación del objeto provoca angustia, cuándo duelo y cuándo quizás sólo dolor?" (51)
El dolor es "la genuina reacción frente a la pérdida del objeto, y la angustia lo es frente al peligro que esa pérdida conlleva, y en ulterior desplazamiento, al peligro de la pérdida misma del objeto" (
52). Del duelo no dice mas que la banalidad del "examen de realidad" y el retiro del objeto.

Notas

(1) Sigmund Freud, "Inhibición, síntoma y angustia", Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo XX

(2) Idem, página 74

(3) Idem, página 86

(4) Idem, página 89 (según el RAE "almácigo" es un árbol, y el femenino, almáciga, "lugar donde se siembran y crían los vegetales que luego han de trasplantarse")

(5) Idem

(6) Idem, página 103

(7) Idem, página 104

(8) A diferencia de la histeria, cuyo mecanismo de defensa parece reducirse a la represión, en la neurosis obsesiva encontramos junto a esta, la regresión y "las formaciones reactivas que se producen dentro del yo" (Idem, página 110)

(9) Sigmund Freud, "Inhibición, síntoma y angustia", Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo XX, página 107

(10) Idem, página 112

(11) Idem, página 113

(12) Idem, página 114

(13) Idem, página 115

(14) Idem

(15) Idem, página 117

(16) Idem

(17) Idem, página 119

(18) Idem, página 119/20

(19) Idem, página 120

(20) Idem

(21) Idem, página 121

(22) Idem, página 122

(23) Idem

(24) Idem, página 123

(25) Idem

(26) Idem

(27) Idem, página 126

(28) Idem, página 127

(29) Idem, página 128

(30) Idem, página 130

(31) Idem

(32) Idem

(33) Idem, página 131

(34) Idem

(35) Idem, página 132

(36) Idem, página 133

(37) Idem

(38) Idem, página 135

(39) Idem, página 136

(40) Idem, página 137

(41) Idem, página 138

(42) Idem

(43) Idem, página 139

(44) Idem, página 140

(45) Idem, página 141

(46) Idem, página 144

(47) Idem, página 146

(48) Idem, página 153

(49) Idem, página 154

(50) Idem, página 156

(51) Idem, página 158

(52) Idem, página 159

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