Deseo del analista

Duelo y deseo del analista (x)

Contratransferencia y duelo del analista (parte 2)
(La sesión del 27 de marzo de 1963)

Lacan retomará el tema de la contratransferencia recién en

En ese sentido, tiene su interés recordar la situación que lo llevó a pasar del texto de Margaret Little al texto de Lucía Tower.

Al terminar la sesión del 30 de enero de ese año, y previendo su ausencia hasta el 20 de febrero (vacacione s de invierno), Lacan encarga, para esa fecha, a Perrier y Granoff, un trabajo de lectura y comentario de tres textos: un artículo de Margarette Little sobre la "respuesta total del analista" (que el propio Lacan venía comentando), un artículo de Szasz sobre los fines (u objetivos) del análisis, y otro de Bárbara Low sobre las "compensaciones" de la posición analítica.

Pero en la sesión del 20 de febrero, Granoff se explaya un poco más. Entendiendo las instrucciones de Lacan como una investigación sobre lo que sería "relevante" en los textos propuestos, Granoff amplia los objetivos de aquellas, y emprende algo así como un repaso de la literatura dedicada al tema de la contratransferencia. En función de ello refiere algunos textos más, en particular, introduce el texto de Lucía Tower.

Al retomar su seminario Lacan no deja de expresar cierto fastidio por esta extensión, y refiriéndose al texto de Lucía Tower señala que "puesto que ha sido introducido, este artículo – por múltiples razones no lo hubiera hecho yo mismo este año, pero no podemos ya evitarlo" 58.

Cabe entonces dos preguntas:

4.1 El duelo y la falta

La sesión del 30 de enero de 1963 es importante para nuestro tema pues en ella encontraremos una de las más importantes definiciones de Lacan sobre el duelo: "No estamos en duelo sino de alguien de quien podemos decir ‘yo era su falta’ " 59

En esta sesión Lacan retoma la relación, trabajada ya en otros momentos, entre la castración (simbólico) y la privación (real). En función de ese desarrollo, aborda un par de textos de Margarette Little que presentan casos de pacientes procesando algún duelo. Lacan solo menciona explícitamente el texto titulado "R - Respuesta total del analista a las necesidades de su paciente" 60 (de 1956), pero el primer caso que comenta en realidad pertenece a otro texto, titulado "Contratransferencia y respuesta del paciente" 61 (que data de 1951). Se trata de un paciente (que también era analista) que, poco después de la muerte de su madre, da una importante conferencia sobre un tema que es del interés de su analista. La angustia y confusión que presenta a la sesión siguiente le son interpretadas en términos de temor de que el analista "tenga envidia de su indudable éxito y de las consecuencias del mismo y quiera arrebatárselo", y esta interpretación parece tener efecto. Pero dos años después (en ocasión de la proximidad del aniversario de la muerte de su madre) el paciente se da cuenta que en realidad, lo que ocurría, es que estaba en duelo por su madre que ya no estaba ahí para poder alegrarse por su éxito.

Para Lacan "no basta hablar de duelo, ni siquiera ver la repetición, del duelo en el que estaba entonces el sujeto, en el duelo que, dos años después, hace de su analista, sino percibir de qué se trata en la función del duelo mismo y, al mismo tiempo, llevar un poco mas lejos lo que Freud dice del duelo en tanto que identificación al objeto perdido. No es la definición suficiente del duelo. No estamos en duelo sino de alguien de quien podemos decir ‘yo era su falta’. Estamos en duelo por personas que hemos tratado bien o mal, y respecto de quien no sabíamos que llenábamos/cumplíamos esa función de estar en el lugar de su falta" 62 (subrayado mío).

El párrafo siguiente da cuenta de esta situación en el caso del paciente de Margaret Little.

"Lo que damos en el amor es esencialmente lo que no tenemos, y cuando lo que no tenemos nos retorna, hay seguramente regresión, y al mismo tiempo revelación de aquello en le hemos faltado a la persona para representar su falta. Pero aquí, en razón del carácter irreductible del desconocimiento concerniente a la falta, este desconocimiento simplemente se ha invertido, a saber, que esa función que teníamos de ser su falta, creemos poder traducirla ahora en esto, que le hemos faltado/fallado, siendo que era justamente en esto que le éramos precioso e indispensable" 63.

Lo que Lacan señala es que si el paciente está de duelo por su madre es porque ocupaba el lugar de la falta de esta. Y que la confusión y angustia que siente no es mas que la traducción, de ese lugar de la falta que ocupaba, en términos de un haberle "fallado/faltado" a la madre. El duelo busca, así, articular los dos agujeros de lo simbólico y lo real. Pero en ese momento la analista falla, por interpretar esta confusión según el eje imaginario, es decir, según el eje de una rivalidad o disputa por un objeto, para el caso, el éxito profesional.

A partir de este comentario, el eje que sigue Lacan, respecto de la cuestión de la contratransferencia, se ordena como una discusión sobre la función de la falta. Por eso el contrapunto con el otro artículo de Margaret Little, el de 1956, sobre la respuesta "total".

El caso principal de ese artículo es el de una paciente cleptómana, cuyo análisis se encontraba estancado, hasta que un buen día la paciente entra en duelo por la muerte de una amiga de la infancia a la que no veía desde hacia muchísimos años (y que incluso vivía en otro país). Margaret Little prueba todas las variantes interpretativas, siempre sin éxito. Hasta que, sin saber ya qué hacer, le confiesa que "siente pena, con ella y por ella, por la pérdida que ha sufrido". El efecto es inmediato y masivo.

Según Lacan, lo que alcanza al sujeto y "le permite transferir, propiamente hablando, en su relación al analista, la reacción de la que se trataba en ese duelo", es percibir, por la intervención de la analista, "que había una persona para quien ella podía ser una falta" (subrayado mío), cuando, justamente, el problema para ella era que la relación con sus padres se caracterizó principalmente por la imposibilidad de capturarse, ella misma, "como una falta" 64.

A partir de esto, se producen dos situaciones donde la analista, sin quererlo, pone en juego la función del corte, todo lo cual va permitiendo precisar la naturaleza del duelo de la paciente. La misma "nunca había podido hacer el mas mínimo esbozo de duelo en relación a un padre al que admiraba". Y la razón de ello es que en ningún caso, y de ninguna manera, la paciente pudo "representar algo que pudiese, bajo el ángulo que fuera, a este padre, faltar" 65(subrayado mío). En cuanto a la madre, "nunca pudo hacer de esta niña otra cosa que una especie de prolongación de ella misma, de mueble, de instrumento de amenaza y chantaje en alguna ocasión, pero en ningún caso, algo que, en relación a su propio deseo, el deseo del sujeto, hubiese podido tener una relación causal" 66 (subrayado mío). Con la cleptomanía el sujeto designa su deseo bajo la forma de un robo cuya significación es: "les muestro un objeto que he tomado (raví) por la fuerza o la astucia y que quiere decir que hay, en alguna parte, otro objeto, el mío, el a, el que merecería que se lo considere, que se lo deje, un instante, aislarse".

Lacan termina la sesión del 30 de enero interrogándose por "la frontera, el límite donde se instaura el lugar de la falta". Y es en función de esa interrogación que recomienda la lectura de los casos clínicos presentados por Magaret Little así como el par de artículos de Szasz y Low, en tanto representantes de dos posiciones contrapuestas respecto de la cuestión de la falta:

4.2 - La cuestión del sadismo y el masoquismo

Cuando Lacan retoma su seminario el 27 de febrero de 1963, se ve confrontado a la inclusión del texto de Lucía Tower, por parte de Granoff. Plantea que aún no ha podido precisar como quisiera el tema de la contratransferencia (de hecho, no lo ha retomado desde que lo hiciera en las sesiones del seminario VIII sobre la transferencia), y que Lucia Tower ha sido la primera en señalar con precisión lo que puede ocurrir del lado del analista. Esto, posiblemente, porque, según Lacan, son las mujeres las que están en mejor posición para decir algo sensato sobre la contratransferencia, mas precisamente sobre el deseo del analista.

¿Porqué? Porque su relación al deseo del Otro no está tan mediado por el - como ocurre con los hombres.

Pero esta reflexión, apenas anticipada al final de la sesión del 27 de febrero, recién será explicitada y desarrollada en la sesión del 20 de marzo.

A diferencia del texto de Margaret Little sobre la "respuesta total", para abordar el texto de Lucía Tower, Lacan necesita presentar y desarrollar sus hipótesis sobre el sadismo y el masoquismo, así como las relaciones entre el amor, el goce y el deseo. Recordemos que es en la sesión del 13 de marzo donde encontramos el famoso aforismo de que "solo el amor permite al goce condescender al deseo" 67. Y que es en esas sesiones que Lacan presenta las posiciones de lo que llamará el "verdadero" masoquismo y el "verdadero" sadismo:

Este abordaje del sadismo y el masoquismo va de la mano del viraje por el cual el resto de la división subjetiva viene a constituir "el fundamento como tal del sujeto deseante, ya no el sujeto del goce, sino el sujeto en tanto que sobre la vía de su búsqueda, en tanto que goza, que no es búsqueda de goce, sino de querer hacer entrar el goce en el lugar del Otro como lugar del significante, es ahí, sobre esta vía, que el sujeto se precipita, se anticipa como deseante" 70.

El texto de Lucía Tower puede entonces abordarse en la medida en que, ahora, la cuestión de la contratransferencia y el deseo del analista han quedado resituados en el contexto de las relaciones entre goce, amor y deseo, y la función del objeto a se ubica mas allá de la mediación fálica.

Como lo señala Lacan, de lo que se trata entonces es de "acometer algo que es del orden, del resorte del deseo al goce". Es por esta vía, también, que aparece la famosa indicación de que, al parecer, "la mujer comprende muy bien lo que es el deseo del analista".

Estamos en condiciones, entonces, de abordar el texto de Lucía Tower.

4.3 – El caso de Lucía Tower

El artículo de Lucía Tower 71 se encuadra en un rechazo a la censura que ha reinado en la IPA respecto de los fenómenos contratransferenciales.

Luego de recopilar un muestrario de citas que resumen los preceptos prohibitivos, L. Tower señala: "todas estas - y otras actitudes similares – presuponen que el analista posee la habilidad de controlar, de manera consciente, su propio inconsciente. Tal suposición representa una violación de la premisa básica de nuestra ciencia, a saber, que los seres humanos poseen un inconsciente que no está sujeto a control consciente, pero que (por fortuna) sí es susceptible de investigación por medio de la neurosis de transferencia" (subrayado de LT).

En función de esto, para L. Tower los llamados fenómenos contratransferenciales son, no solo inevitables, sino que podrían ser, muchas veces, deseables. Esto, por una razón muy precisa: "las interacciones (o intercambios) inconscientes entre la transferencia del paciente y la contratransferencia del analista bien pueden ser – o quizás siempre son – de vital importancia para el resultado del tratamiento".

Por esta razón L. Tower considera importante subrayar el carácter erótico de estas manifestaciones contratransferenciales y denuncia las resistencias grupales e institucionales para "explorar el inconsciente del analista". El contraste entre la actitud de L. Tower y los analistas de la IPA se mide en la respuesta que le da a un paciente candidato que se anima a hablarle de sus fantasías con una paciente, a pesar de haber sufrido una dura reprimenda por ello de parte de su anterior analista, quien le había dicho "¿cómo puede interesarse en una paciente tan enferma? Además, no tiene Ud. ningún derecho a tener fantasías como esas con ningún paciente". La respuesta de L. Tower, en cambio, se corre completamente del plano de los derechos y obligaciones y ante la actitud culposa del analista le señala: "¿cómo sabe que sus sentimientos no son de utilidad para ella?".

Su posición respecto de la contratransferencia es que "en muchos – si no es en todos – los tratamientos analíticos intensivos se desarrolla algo en el género de estructuras contratransferenciales (quizás incluso una "neurosis"), que son el equivalente esencial e inevitable de la neurosis de transferencia. Estas estructuras contratransferenciales pueden ser grandes o pequeñas en el aspecto cuantitativo, pero en el esquema total de cosas pueden ser sumamente importantes en el resultado del tratamiento. Soy de la opinión de que funcionan como una especie de agente catalítico en el proceso terapéutico. Su comprensión por parte del analista puede ser tan importante para la resolución de la neurosis de transferencia como lo es su comprensión intelectual de ese fenómeno, tal vez porque representan, por decirlo de alguna forma, el vehículo para la comprensión emocional, por parte del analista, de la neurosis de transferencia. Ambas, neurosis de transferencia y estructura contratransferencia, parecen íntimamente ligadas en un proceso viviente y ambas debe ser tomadas en consideración continuamente en el psicoanálisis" (subrayado de LT).

Veamos entonces, de entre el material clínico ofrecido por L. Tower, el caso que comentará Lacan.

Se trataba de un hombre de la misma edad que L. Tower y que le resultaba agradable. Presentaba una "inhibición severa de la afirmación masculina con formaciones de reacción homosexuales pasivas", y una "disposición sádico-oral homicida hacia una hermana". Había desarrollado síntomas neuróticos severos en la adolescencia tardía. Evitó la homosexualidad casándose a edad temprana con una mujer agresiva, controladora, narcisista, atractiva, compulsiva, perturbada y con defensas tan elevadas que no accedió a tratarse a pesar de lo tormentoso que era el matrimonio.

Le paciente era dedicado y se esforzaba en salvar el matrimonio. La mujer resentía el tratamiento y trataba de sabotearlo. Se sentía frustrada por "la falta de afirmación masculina desinhibida". El paciente era a la vez sumiso y hostil con su esposa, "demasiado dedicado " a ella.

Para L. Tower "se trataba de un problema que no podía preelaborarse satisfactoriamente sin un análisis exhaustivo de sus raíces profundas en el conflicto (...) con la hermana y, por detrás de esta, la rabia homicida hacia la madre como una regresión sádico-oral del conflicto edípico".

El paciente tenía mucha agresión contra la esposa pero también temor, desarrollando, por eso mismo, toda una serie de conductas compensatorias. Era de prever que buscaría generar un conflicto entre su esposa y la analista y que trataría de explotar el análisis en la transferencia en busca de cualquier gratificación que pudiera obtener de la analista mediante la seducción.

El punto de inflexión en el análisis de este paciente se produce luego del desencadenamiento de una severa enfermedad psicosomática de la esposa, transcurrido un año después de lo cual, la analista, repentinamente, tuvo un sueño que asustó tanto que como ella misma lo confiesa, "arrasó con cualquier recuerdo de las circunstancias que llevaron a él".

La analista seña que estaba de visita en la casa del paciente, a solas con su esposa, quien la recibía muy amablemente, y con la que conversaba como si fuera dos esposas amigas cuyos maridos fuesen colegas o amigos.

Según L. Tower, este sueño le permitió percibir que "inconscientemente había desarrollado una actitud rígida de temor excesivo frente a su potencial psicótico [de la esposa del paciente] haciendo caso omiso de su mejoría (...) El sueño mostraba que la esposa estaba mucho mejor dispuesta hacia mí de lo que yo había querido reconocer a lo largo del año anterior y que era hora de ver la escena doméstica desde el punto de vista de ella".

Para L. Tower, su respuesta contratransferencia se debió a la "reactivación de un conflicto edípico inconsciente bajo la forma de una decidida competitividad hacia, y un temor frete a, otra mujer en una situación triangular".

Por ese motivo se había mantenido en una situación de oposición con la esposa del paciente, tal como lo requería también la neurosis de transferencia del paciente que la empujaba a ser "la figura materna aprensiva y sobreidentificada (que él sentía que su esposa no era)", y que respondía a la situación de abandono emocional en que lo había dejado la madre en dos momentos críticos de su vida.

Después de reflexionar, L. Tower decide entrar en acción. Primero retoma el análisis del acting out del paciente hacia la esposa en la situación doméstica, es decir, su agresión mediante el mecanismo de su masoquismo y su hostilidad dependiente.

Luego retoma el análisis de los intentos del paciente por provocar un enfrentamiento entre la esposa y la analista. Según L. Tower, "una vez efectuada la activa reparación de los agujeros, por decirlo de alguna manera, el paciente se apropió del análisis en forma sumamente asertiva. Después de haber pasado tres años en una queja continua de baja intensidad empezó a moverse con absoluta franqueza".

El mismo paciente llevó su análisis a una revisión exhaustiva del mismo, con una reconstrucción monuiciosa de la situación infantil. Recuperó recuerdos tempranos y pasó al material edípico mas profundo, junto al que hizo su "aparición, por primera vez en este análisis, un afecto intenso y sin defensas".

"El cúmulo de afecto de este paciente por sí solo hubiera constituido una severa carga para cualquiera que intentara lidiar con él. Además, me sometió al escrutinio más persistente, minucioso e incómodo, como si quisiera despedazarme – célula por célula. Cada movimiento mío, cada palabra mía, eran observados tan de cerca que literalmente sentía que, de producirse el más insignificante movimiento en falso de mi parte, todo estaría perdido. La amenaza, sin embargo, no era en contra mía. El afecto provocado en mí era más o menos como sigue: si yo no lograba estar a la altura de esta prueba, él se desbarataría y nunca más podría confiar en otro ser humano. En varias ocasiones tuve sueños en los que anticipaba directamente el material futuro, como si mi propio inconsciente estuviera advirtiéndome de lo que venía y fortaleciéndome para poder lidiar con la embestida del afecto masivo".

Finalmente, en ocasión de unas vacaciones en que L. Tower parte desanimada y a punto de enojarse con toda la situación, luego de unas horas, la depresión e irritación desaparecieron por completo.

Según L. Tower, la posición que pudo adoptar luego del episodio contratransferencial le permitió dos cosas al paciente, en su análisis. Por un lado, descargar el sadismo que lo había aterrorizado toda su vida. Esto habría sido posible por el mondo de masoquismo que habría desarrollado la analista, en forma transitoria.

Por el otro lado, el paciente pudo desarrollar un auténtico proceso de duelo, gracias, en este caso, a la identificación y vínculo con la analista. Este duelo fue el resultante de la liberación del afecto depresivo respecto de la autodevaluación y la culpa que constantemente alimentaba el sadismo.

En otros términos, el duelo realizado en análisis reproduce la fase depresiva kleiniana, correspondiente a la perdida de un objeto de amor.

Para L. Tower, "en este caso la respuesta contratransferencia tuvo un efecto benéfico. Me inclino a pensar que no fue sino hasta que el inconsciente de este hombre percibió que de hecho él había forzado una respuesta contratransferencial en mí, que pudo confiar suficientemente en sus poderes para influir en mí y en mi disposición, al menos en cierta medida, a dejarme influir y subyugar por él. Solo hasta entonces, permitió que penetrara sus defensas masoquistas y accediera al profundo sadismo inconsciente, ligado por tanto tiempo a su superyó".

"En un análisis exitoso, el paciente no solo saca a la luz sus peores impulsos; quizás también cumple un propósito similar, si bien en menor medida, con el analista".

Es tiempo, ahora, de volver al seminario de Lacan.

4.4 – La "búsqueda" (quete/recherche) sádica/sadiana

Tal como lo señalara Allouch en su seminario, en agosto del 2001, en Buenos Aires, la lectura de Lacan de este caso no es exactamente la misma en la sesión del 20 de marzo que en la del 27 de marzo.

Al final de la sesión del 20 marzo, Lacan resume el caso de la siguiente manera:

"¿Qué va a retenernos de todo esto? Dos cosas.

En primer lugar la confirmación, por los mismos términos empleados, de lo que señalé como la naturaleza del sadismo —porque las anomalías, no todas atractivas del paciente, son por cierto de este orden —, que lo que es buscado (cherché) en la búsqueda (quête) sádica es, en el objeto, el pedacito que falta, el objeto.

Y es de una búsqueda del objeto que se trata en la manera como, una vez reconocida la verdad de su deseo, el paciente se comporta. Esto, para mostrarles también que, ponerse en la línea por donde pasa la búsqueda del objeto sádico, de ningún modo implica ser masoquista" 72.

En la sesión del 27 de marzo, en cambio, dirá algo más.

Según Lacan, el caso de L. Tower ejemplifica la superioridad de algunas mujeres funcionando como analistas para poder ubicarse en el lugar del deseo del Otro, en la medida en que para ellas la relación a este deseo es más directa de lo que suele ocurrir con los hombres, para quienes todo debe estar mediado por la negativización del falo, es decir, el complejo de castración.

Y es esta relación al deseo del Otro, mas simplificada en el caso de algunas mujeres, la que confundidamente se designa como contratransferencia.

Notas

57 Idem, página 230

58 Jacques Lacan, seminario X "La angustia", sesión del 27 de febrero de 1963, versión de la "Association Freudienne", página 170. Todas las siguientes citas de dicho seminario son tomadas de esta misma versión.

59 Idem, sesión del 30 de enero de 1963, página 138. Encontramos un antecedente de esta formulación en la sesión del 16 de enero de 1963, cuando Lacan dice que "Llevamos luto y sentimos los efectos de devaluación del duelo, en la medida en que el objeto por el cual llevamos luto era, sin que lo supiéramos, lo que se había constituido, aquello que nosotros habíamos constituido, como el soporte de nuestra castración".

60 Este texto es la versión escrita y ampliada de una comunicación realizada en una reunión científica de la Sociedad Británica de Psicoanálisis el 18 de enero de 1956, y publicado en el volumen 38 de mayo/agosto 1957, del International Journal of Psychoanalysis. Se encontrará una versión traducida al francés en el número 8 (diciembre 1998) de Acheronta.

61 Se encontrará una versión traducida al español en el número 8 (diciembre 1998) de Acheronta. El mismo fue publicado en el número de abril de 1956 de la revista de la American Psychoanalytical Association.

62 Jacques Lacan, seminario "La angustia", sesión del 30 de enero de 1963: « Il ne suffit pas de parler de deuil, et de voir même la répétition du deuil ou était alors le sujet, de celui que deux ans plus tard il faisait de son analyste, mais de s’apercevoir de quoi il s’agit dans la fonction du deuil lui-même et ici, du même coup, pousser un peu plus loin ce que Freud nous dit du deuil en tant qu’identification a l’objet perdu. Ce n’est pas la définition suffisante du deuil. Nous ne sommes en deuil que de quelqu’un dont nous pouvons nous dire ‘j’étais son manque’. Nous sommes en deuil de personnes que nous avons bien ou mal traitées, et vis-à-vis de qui nous ne savions pas que nous remplissions cette fonction d’être a la place de son manque ». Edición de la « Association Freudienne », página 138

63 Idem, « Ce que nous donnons dans l’amour, c’est essentiellement ce que nous n’avons pas, et, quand ce que nous n’avons pas nous revient, il y a régression assurément, et en même temps révélation de ce en quoi nous avons manqué à la personne pour représenter son manque. Mais ici, en raison du caractère irréductible de la méconnaissance concernant le manque, cette méconnaissance simplement se renversa, a savoir, que cette fonction que nous avions d’être son manque, nous croyons pouvoir la traduire maintenant en ceci que nous luis avons manqué, alors que c’était justement en cela que nous luis étions précieux et indispensable ».

64 Idem, página 140

65 Idem, página 141

66 Idem, página 142

67 Idem, página 198 – Repetido, en la misma sesión, en los siguientes términos: "Toda exigencia de a por el camino de esta empresa, digamos, ya que he tomado la perspectiva androcéntrica de encontrar a la mujer, no puede sino desencadenar la angustia del otro, precisamente por cuanto yo no lo hago más que a, por cuanto mi deseo lo a-íza, por así decir. Y aquí, mi pequeño circuito aforístico se muerde la cola: es por eso que el amor-sublimación permite al goce — y me repito— condescender al deseo" (página 200)

68 Idem, página 183

69 Idem, página 197

70 Idem, página 194

71 Tower, Lucía – "La contratransferencia ". Se trata de una conferencia dictada ante la Chicago Psychoanalytic Society, en mayo de 1955 y ante la American Psychoanalytic Association, en Nueva York, en diciembre del mismo año, y publicada bajo el título "Countertransference" en el Journal of the American Psychoanalytic Association, vol. IV, páginas 225-230. Todas las citas de este texto han sido tomadas de la traducción al español realizada por Luana López Llera y publicada en el tercer número ("Abajarse o no") de la revista "Me cayó el veinte".

72 Idem, página 215

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