Psicoanálisis y Lucha de Clases |
Fábricas ocupadas y psicoanálisis
La cuestión del sujeto de la transformación social
julio 2003
El pasado 26 de junio (2003) Pagina12 publicó en su sección de psicología un artículo de Cesar Hazaki cuyo subtitulo anuncia los resultados de una "intervención psicoanalítica en la fábrica Grissinopoli"´("Las catorce sillas de la prohibición")
El artículo de C. Hazaki tiene dos partes, en cada una de las cuales una anécdota da pie para una interpretación del autor.
La primera parte arranca con un comentario de una obrera que daría cuenta de las dificultades que habrían tenidos los trabajadores de Grissinopoli, inicialmente, para salir a la calle, proceso que es interpretado por Hazaki como una transformación de la significación que habría tenido el "exterior", para el grupo, desde algo "terrorífico o mortificador" hasta algo "acogedor, estimulante y fuente de gratificación".
La segunda mitad de la nota parte de la anécdota que da título a la misma: las 14 sillas de la administración (lugar de los patrones) que nadie se animaba a utilizar para las reuniones del centro cultural, hecho que Hazaki interpreta como las dificultades subjetivas que la apropiación y la gestión obrera de la fábrica arrastra en cuanto a "modos inconscientes de sometimiento a los poderosos de la antigua institución" (subrayado mío).
El articulador de ambas partes es la apreciación de los fenómenos y procesos, por parte de Hazaki, en términos de psicoanálisis institucional: "Este accionar implicó que el mismo grupo se fuera modificando, en dirección a ser un grupo sujeto que intenta hacerse cargo de su destino. La experiencia permitió transformar su subjetividad produciendo una realidad que superó sus propias expectativas. En este tránsito, el equipo de intervención psicoanalítica trabajó y trabaja permanentemente para fortalecer estos procesos" (subrayado mío).
¿Reforma institucional o revolución proletaria?
Las dimensiones reducidas que tiene el grupo de personas que componen las obreras de Grissinopoli quizás lo vuelvan especialmente apto para abordajes con la teorías y técnicas psicoanalíticas de pequeños grupos. Es así que Hazaki caracteriza el paso de la situación en que los patrones de Grissinopoli estaban aún presentes y dirigían la fábrica, a la situación actual de gestión obrera, como un paso de una "antigua institución" a una "nueva institución", y aborda al grupo de trabajadores con categorías del análisis institucional como "grupo instituido" , en la situación anterior, como "grupo instituyente" en la situación actual o, como lo nombra Hazaki, "grupo sujeto".
Quizás esa forma de analizar y abordar el problema pueda ser útil para ciertas cosas, y le haya podido servir a alguno de los integrantes del grupo de trabajadores de Grissinopoli. Pero lo que no habría que perder de vista es que esa forma de analizar las cosas tiene también un carácter esencialmente político, responde a una orientación política muy precisa.
De hecho, Hazaki forma parte de la redacción de una revista, que acaba de editar un libro sobre las, no casualmente subtituladas "fábricas comunitarias" (subrayado mío), con la intención de ir "Produciendo realidad" (título del libro), es decir, política. ¿Cual es la "realidad" que produce este tipo análisis?
El punto central es la cuestión del sujeto: ¿cual es el sujeto activo, cual es el sujeto en juego en estas transformaciones, cual es el sujeto que estas acciones políticas ponen de relieve?
En cualquier funcionamiento institucional vamos a encontrar obstáculos en la realización de los objetivos o tareas de dicha institución. Basta pensar en cuestiones tan simples como la distribución y uso de consultorios externos en un hospital o centro de salud, donde siempre hay espacios desaprovechados porque están al servicio del sostén de jerarquías burocráticas antes que al servicio de los profesionales que deben atender a los pacientes, o cosas por el estilo.
Pero ocupar una fábrica y cuestionar, en la práctica, en los hechos, el derecho de propiedad de los patrones, y aún más, organizar la producción bajo gestión obrera, no es algo que pueda reducirse a una simple modificación "institucional", porque son los fundamentos mismos del régimen social imperante los que están en juego. Y de la diferencia que hay de un proceso (institucional) al otro (revolucionario) surge también la diferencia entre el tipo de sujeto en un caso y otro. En el caso de una reforma institucional, la caracterización del sujeto de la transformación podría abordarse con categorías socioanalíticas y tendrá sus ejes principales anudados a algunos rasgos particulares de las personas que conforman la institución.
Pero en el caso de una fábrica ocupada, es la lucha de clases la que se hace presente con todos sus títulos, y por eso mismo, no es con psicoanálisis institucional que esos cambios se llevan adelante. Justamente, constituye una de las peores ilusiones para el desarrollo de esta acción política la creencia de que es posible que una fábrica "comunitaria" pueda subsistir en el marco del capitalismo. Pablo Heller, principal asesor de la cooperativa "Sasetru Gestión Obrera", en numerosos artículos publicados en diarios y periódicos de izquierda (1), no solo ha explicado, sino demostrado la inviabilidad de cualquier "cooperativa obrera" librada a su suerte en el mercado capitalista. La misma realidad de los trabajadores de Grissinopoli lo demuestra: hoy no podrían subsistir con los magros $ 50 semanales (en el mejor de los casos) que les depara la venta de la producción de grissines (es decir, lo mismo que un plan jefas y jefes de hogares). De hecho, hoy se sostienen gracias al cobro de subsidios estatales extras obtenidos con la lucha, mas el complemento que les depara el buffet en las actividades del Centro Cultural. Pero mientras tanto, el tiempo pasa y la "ocupación transitoria" se consume. ¿Cuál es el futuro para esta fábrica? ¿Mantener la situación congelada para que cuando se completen los dos años los patrones vuelvan a tomar el control de la misma? ¿Sucumbir en la autoexploración a que se someten?.
¿"Exterior" e "interior" de una subjetividad "kleiniana" o evolución política en la lucha de clases?
No en vano el articulo de Hazaki omite lo que fueron los pasos decisivos en la evolución política de los trabajadores de Grissinopoli, de la misma manera que omite cuales son las principales dificultades políticas a las que se enfrenta la fábrica hoy.
El primer problema de los obreros de Grissinopoli no fue el supuesto significado "terrorífico" que habría tenido el "exterior". Recordemos que su objetivo inicial no fue ni ocupar la fábrica ni ponerla a producir bajo gestión obrera. Su objetivo se reducía a cobrar los salarios adeudados. Y el problema adquirió toda su dimensión cuando ya no quedaron patrones a quien dirigirle ese reclamo porque estos habían abandonado la fábrica.
En ese punto, el contacto con el "exterior" que fue fundamental para Grissinopoli fue el contacto con el movimiento piquetero y las organizaciones de lucha que había engendrado el Argentinazo, en aquél histórico acampe piquetero en Plaza de Mayo, en los primeros días de agosto del 2002, así como el contacto con el Polo Obrero, lo que condujo a la realización, el 24 de ese mismo mes, del primer Encuentro de Fábricas Ocupadas y en Lucha, en la propia Grissinopoli. Es en ese encuentro que los trabajadores de Grissinopoli pudieron "ver" que su problema se repetía en muchísimas otras fábricas y así comenzaron a comprender que ese no era un problema particular de ellos sino que era una consecuencia de la crisis capitalista. Esta es la relación con el "exterior" que marcó la evolución política de la fábrica y que fue sintetizada por Ivana con aquella frase que subrayara el semanario Prensa Obrera 769 (29/08/02): "No solo grissineras, ¡ahora somos piqueteras!". Esta es la "viñeta clínica" que Hazaki no debería haber omitido para poder juzgar las características del "sujeto" de la transformación.
¿Donde se expresa ese "sujeto"?
Se expresa en el programa que votaron los obreros de Grissinopoli, junto con otros cientos de activistas, piqueteros y trabajadores, en dicho encuentro: "la formación de una red nacional de empresas gestionadas por sus trabajadores, un programa basado en la expropiación sin pago y puesta bajo control obrero de las fábricas vaciadas, una campaña sindical por la ocupación de toda empresa que despida o suspenda, una campaña nacional por el "compre control obrero", la participación directa de las organizaciones de desocupados en la reapertura de empresas cerradas para su puesta a trabajar bajo control obrero" (PO 770 - 5/09/02)
La necesidad de un programa político
Las consecuencias de esa relación con el "exterior" son las que mas adelante posibilitaron la ruptura política con De Caro así como las candidaturas de Ivana Aguero y Norma Pintos en las listas del Partido Obrero. Estas candidaturas son otro hecho "subjetivo" que Hazaki ha dejado de lado, y encarnan un problema político fundamental, no solo para los obreros de Grissinopoli, sino para el movimiento de lucha del Argentinazo, y hace a la discusión respecto de la subjetividad.
La situación de reflujo y resistencia en la que se encuentran las organizaciones de lucha, y en particular las fábricas ocupadas, es la consecuencia del desvío que ha implicado el éxito de la maniobra electoral. Lo que ese triunfo político de la burguesía implica es que aún no se ha procesado en la población, la comprensión de la necesidad de un programa, es decir, de un partido. En amplios sectores del activismo, y en particular en la clase media y en los sectores intelectuales, el argentinazo se acompañó de un rechazo generalizado hacia los partidos políticos, rechazo que no discriminó entre partidos patronales y partidos obreros. En todos esos sectores se cultiva la idea de una subjetividad autónoma y espontánea cuyo ejercicio sería capaz de lograr una transformación de la sociedad. Pero el resultado de esa ilusión, lamentablemente, no ha sido mas que la liquidación del "que se vayan todos" por el voto masivo a los mismos políticos patronales y corruptos de siempre.
El planteo "psicoanalítico" de Hazaki, en ese sentido, repite esta ilusión en un "sujeto" que pudiera lograr una transformación que no requiera de un programa político. Quizás sea difícil para algunos comprender que las formas de la subjetividad no tienen porque quedar reducidas a una única dimensión caprichosa o individualista. La subjetividad puede también tener la forma, aparentemente mas abstracta, de un programa. Esa es justamente la característica principal del sujeto de la transformación social. El proletariado es, antes que nada, un programa político. Y un programa político no puede encarnarse si no es en la construcción de un partido obrero.
Cuando María Rachid, en el acto en la Federación de Box (11 de julio de 2003), explicó las razones de porqué era candidata por el Partido Obrero, pasó lista de los programas que habían sido votados en las interbarriales de Parque Centenario, y en particular en la Asamblea Nacional de Asambleas Populares del 17 de marzo del 2002. Y fundamentó su candidatura en el hecho de que ella, al igual que el Partido Obrero, seguían luchando por ese programa.
En forma análoga, las candidaturas de las compañeras de Grissinopoli encarnan el programa político para las fábricas ocupadas, porque, como lo señaló Norma Pintos, en el mismo acto, no hay salida para las fábricas ocupadas si no es en el marco de la lucha de todas las fábricas ocupadas junto a los piqueteros y los trabajadores en los sindicatos, para retomar las vías del argentinazo.
Es solamente por las vías de esta forma programática y organizada políticamente que puede lograrse la transformación de la sociedad, y en tanto tal, formularse el "sujeto" de dicha transformación. Y esta discusión es fundamental para la etapa, porque es el balance que tendrán que extraer los activistas y luchadores cuando las ilusiones de la población en Kirchner terminen como las ilusiones que ya tuvieron en De la Rua.
Notas
(1) Ver articulos en Pablo Heller sobre Sasetru y sobre Gestión Obrera